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  • La mayor tentación para los semejantes es: renunciar a la violencia, arrepentirse, hacer las paces con uno mismo. La mayoría de los revolucionarios cayeron ante esta tentación, desde Espartaco hasta Danton y Dostoievski; son la forma clásica de traición a la causa. Las tentaciones de Dios siempre fueron más peligrosas para la humanidad que las de Satán. Mientras el caos domine el mundo, Dios es un anacronismo; y todo compromiso con la propia conciencia es una perfidia. Cuando la maldita voz interior te hable, ponte las manos sobre las orejas....