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Según la Primera Enmienda, no existen las ideas falsas. Por perniciosa que pueda parecer una opinión, dependemos para su corrección no de la conciencia de jueces y jurados, sino del concurso de otras ideas.
Según la Primera Enmienda, no existen las ideas falsas. Por perniciosa que pueda parecer una opinión, dependemos para su corrección no de la conciencia de jueces y jurados, sino del concurso de otras ideas.