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Mirando por la ventana al cielo infinito, recé en voz alta: "Querido Niño Jesús, siento mis pecados, aunque no sé cuáles son, lo cual me parece un poco injusto si se me van a echar en cara. Pero ese es tu camino. Y no cuestiono tu sabiduría. En el futuro, sin embargo, ¿sería posible que mi vida no fuera tan completamente una mierda? Muchas gracias.