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Decimos que somos terrícolas, no acuáticos. Nuestra sangre está más cerca del agua de mar que nuestros huesos de la tierra, pero eso no importa. El mar es la cuna de la que todos salimos, pero al polvo vamos. Desde que el agua nos inventó, empezamos a buscar la suciedad. Cuanto más nos separamos de la suciedad, más nos separamos de nosotros mismos. La alienación es una enfermedad de los no sucios.