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Civilización tras civilización, es lo mismo. El mundo cae en la tiranía con un suspiro. Los temerosos están siempre dispuestos a someterse a una necesidad percibida, en la creencia de que la necesidad obliga a la conformidad, y la conformidad a una cierta estabilidad. En un mundo moldeado hacia la conformidad, los disidentes destacan, son fácilmente marcados y tratados. No hay multitud de perspectivas, no hay diálogo. La víctima asume el rostro del tirano, farisaico e intransigente, y las guerras se reproducen como alimañas. Y la gente muere.