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  • Sentía que el estado decrépito de estos edificios, antaño magníficos, con sus canalones rotos, sus paredes ennegrecidas por el agua de lluvia, el yeso desmoronado que dejaba ver la tosca mampostería que había debajo, las ventanas tapiadas o revestidas de chapa ondulada, reflejaban con precisión mi propio estado de ánimo.