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Quisiera que todo ministro del Evangelio se dirigiera a su auditorio con el celo de un amigo, con la generosa energía de un padre y con el exuberante afecto de una madre.
Quisiera que todo ministro del Evangelio se dirigiera a su auditorio con el celo de un amigo, con la generosa energía de un padre y con el exuberante afecto de una madre.