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El violinista debe poseer el don de los poetas de perforar la piel protectora que crece sobre los propagandistas, los corredores de bolsa y los traficantes de esclavos, para penetrar en la verdad más profunda que yace en su interior.
El violinista debe poseer el don de los poetas de perforar la piel protectora que crece sobre los propagandistas, los corredores de bolsa y los traficantes de esclavos, para penetrar en la verdad más profunda que yace en su interior.