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Incluso los particulares, a su debido tiempo, con discreción y temperamento, pueden reprender a otros, a quienes observan cometer pecados o seguir malos caminos, por designio caritativo y con la esperanza de recuperarlos.
Incluso los particulares, a su debido tiempo, con discreción y temperamento, pueden reprender a otros, a quienes observan cometer pecados o seguir malos caminos, por designio caritativo y con la esperanza de recuperarlos.