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Durante veinticinco siglos, el conocimiento occidental ha intentado contemplar el mundo. No ha comprendido que el mundo no es para contemplarlo. Es para oírlo. No es legible, sino audible.
Durante veinticinco siglos, el conocimiento occidental ha intentado contemplar el mundo. No ha comprendido que el mundo no es para contemplarlo. Es para oírlo. No es legible, sino audible.