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Somos muñecos de trapo hechos de muchas edades y pieles, mutantes que han dormido en nidos de madera y han siseado bajo la grosera apariencia de anfibios contoneantes. Hemos interpretado esos papeles durante épocas infinitamente más largas de lo que hemos sido humanos. Nuestra identidad es un sueño. Somos proceso, no realidad.