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Esta tierra, que hemos regado con nuestras lágrimas y nuestra sangre, es ahora nuestra patria, y estamos bien satisfechos de permanecer donde abunda la sabiduría y el evangelio es libre.
Esta tierra, que hemos regado con nuestras lágrimas y nuestra sangre, es ahora nuestra patria, y estamos bien satisfechos de permanecer donde abunda la sabiduría y el evangelio es libre.