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Nuestra verdadera dignidad consiste en el pensamiento. De ahí debemos derivar nuestra elevación, no del espacio ni de la duración. Esforcémonos, pues, en pensar bien; éste es el principio de la moral.
Nuestra verdadera dignidad consiste en el pensamiento. De ahí debemos derivar nuestra elevación, no del espacio ni de la duración. Esforcémonos, pues, en pensar bien; éste es el principio de la moral.