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El ser humano moderno adulto que sólo busca refugio encuentra en cambio aburrimiento y disolución mental, a menos que pueda ser, incluso en su retraimiento, creativo. Sólo puede encontrar la calidad de la felicidad en la tensión y el esfuerzo del logro y el crecimiento. Y es consciente de alcanzar la cima más alta de la plenitud que exigen sus impulsos vitales cuando se consume al servicio de una idea, en la conquista de la meta perseguida.