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  • Mi alma era una carga, magullada y sangrante. Estaba cansada del hombre que la llevaba, pero no encontré ningún lugar donde posarla para descansar. Ni el encanto del campo ni los dulces aromas de un jardín podían calmarla. No encontraba paz en la canción ni en la risa, ni en la compañía de los amigos en la mesa ni en los placeres del amor, ni siquiera en los libros o en la poesía.... ¿Dónde podría mi corazón refugiarse de sí mismo? ¿Dónde podría ir y dejarme atrás?