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A la larga, poco importa si El Libro de la Ley le fue dictado [a Crowley] por una inteligencia preterhumana llamada Aiwass o si surgió de las profundidades creativas de Aleister Crowley. El libro fue escrito. Y se convirtió en el portavoz del Zeitgeist, expresando con precisión la naturaleza intrínseca de nuestro tiempo como nadie lo ha hecho hasta la fecha.