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  • Hemos cometido un terrible error. Durante la mayor parte de este siglo hemos definido erróneamente las heridas del alma como trastornos psicológicos y hemos delegado su tratamiento en especialistas formados. Las psiques dañadas no son el problema. El problema son las almas desconectadas. Lo que necesitamos es conexión. Lo que necesitamos es una comunidad sanadora.