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El cuerpo humano es sagrado, el verdadero tabernáculo del Espíritu Divino que lo habita. Es un deber solemne de la humanidad desarrollarlo, protegerlo y preservarlo de la contaminación, el despilfarro innecesario y la debilidad.
El cuerpo humano es sagrado, el verdadero tabernáculo del Espíritu Divino que lo habita. Es un deber solemne de la humanidad desarrollarlo, protegerlo y preservarlo de la contaminación, el despilfarro innecesario y la debilidad.