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  • Sin embargo, cuanto más estudiaba la Biblia, tenía que admitir que el mensaje de la prosperidad no se ajustaba al tenor de las Escrituras. Se me estrujó el corazón al pensar que había descarriado a tanta gente. Me horrorizaba haber podido equivocarme tanto, y estaba profundamente agradecido de que Dios no me hubiera fulminado como falso profeta.

    Ken Abraham, Jim Bakker (1998). “Prosperity and the Coming Apocalyspe”, p.23, Thomas Nelson Inc