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Quiero historias difíciles, me las exijo a mí mismo. Las historias duras merecen la dificultad. Me parece que la única manera de perdonar algo, de entender algo, es a través de ese proceso de abrirme a mi propio terror y dolor y reexaminarlo, recrearlo en la historia y convertirlo en algo diferente, darle sentido, aunque el sentido esté sólo en el acto de contarlo.