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Cuando observamos el Universo e identificamos los numerosos accidentes de la física y la astronomía que han actuado conjuntamente en nuestro beneficio, casi parece como si el Universo debiera, en cierto sentido, haber sabido que íbamos a venir.
Cuando observamos el Universo e identificamos los numerosos accidentes de la física y la astronomía que han actuado conjuntamente en nuestro beneficio, casi parece como si el Universo debiera, en cierto sentido, haber sabido que íbamos a venir.