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  • Desgraciadamente no se comprende demasiado bien que, al igual que el Estado no tiene dinero propio, tampoco tiene poder propio. Todo el poder que tiene es lo que la sociedad le da, más lo que confisca de vez en cuando con un pretexto u otro, no hay otra fuente de la que se pueda extraer el poder del Estado. Por lo tanto, toda asunción de poder por parte del Estado, ya sea por donación o por confiscación, deja a la sociedad con mucho menos poder; nunca hay, ni puede haber, ningún fortalecimiento del poder del Estado sin un correspondiente y aproximadamente equivalente agotamiento del poder social.