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¿Por qué amamos tanto lo que ha aparecido en las playas
de nuestros corazones, esos mensajes perdidos, los amigos perdidos, las estrellas del día
que nunca llegamos a ver? La mala suerte nunca se toma vacaciones, escribió
escribió una vez. Yace ahí entre las conchas rotas y las piedras
que recogemos, una historia que él diría que empieza contigo, conmigo,
una historia que se pierde para siempre entre los remansos de nuestras vidas,
nuestro interminable miedo a nosotros mismos, y nuestra interminable necesidad de esperanza,
una historia, tal vez una respuesta, una palabra de repente en el ala, el simple
sonido de un corazón desgarrado, o el inconfundible aroma de la luna que se desvanece por la mañana.