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La Biblia no es un libro para los débiles de corazón: es un libro lleno de toda la codicia, la gloria, la violencia, la ternura, el sexo y la traición que corresponden a la humanidad. No es la colección de anécdotas bonitas que cuentan los ratoncitos piadosos de las iglesias: no nos pellizca la suela de los zapatos, sino que nos llega al corazón y separa el tuétano del hueso. No nos da respuestas ajustadas a nuestras preguntas mezquinas, sino verdades que van más allá de lo que sabemos preguntar.