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Tanto en el deporte como en la educación de los hijos, las discusiones conyugales o las rabietas, se aplican las mismas leyes de aprendizaje: cuando se fomenta una emoción y las reglas lo permiten, se perpetúa, no se "drena". ... Una emoción sin normas sociales de contención y expresión es como un huevo sin cáscara: un desastre pegajoso.