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Las luchas forman parte del proceso de santificación sagrada. No hay formas suaves o perezosas de santificarse hasta el punto de estar preparados para vivir en la presencia del Salvador. Y puede haber bendiciones en las cargas que llevamos. Como resultado de estas luchas, nuestras almas se estiran y nuestros espíritus se fortalecen. Nuestro carácter se hace más semejante al de Cristo a medida que somos probados.