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  • Mi posesión más preciada era mi cordón de Lip Smackers que arranqué de los confines del paquete de papel, en el que se leía "todo el sabor de ser una chica"... En el coche, me colgué el cordón negro alrededor del cuello con un único bálsamo de plástico verde colgando. Colgaba con orgullo mi feminidad en todo su sabor afrutado. Solo costaba 2,99 dólares.