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Los seres humanos nos movemos por las emociones, no por la razón. Un estudio tras otro ha demostrado que si los centros emocionales de nuestro cerebro sufren algún tipo de daño, no sólo perdemos la capacidad de reír o llorar, sino también la de tomar decisiones. Una señal de alarma para todas las empresas. El neurólogo Donald Calne lo expresa de forma brillante: "La diferencia esencial entre emoción y razón es que la emoción lleva a la acción mientras que la razón lleva a conclusiones".