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Es notable, en los gatos, que la vida exterior que revelan a su amo sea de un perpetuo aburrimiento confiado. Todo lo que traicionan de la vida oculta es por medio de símbolos; si no fuera por la recurrente evidencia de asesinato -los conejos destripados, los parpadeadores sin cabeza, las ardillas desgarradas- deberíamos imaginar para siempre que nuestros gatos son simples mascotas cuya mayor ambición es dormir en el mejor sillón mullido, cuyo peor crimen es afilarse las garras en la moqueta.