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Las matemáticas pueden compararse a una gran roca cuya composición interior deseamos examinar. Los matemáticos más antiguos parecen canteros perseverantes que intentan demoler lentamente la roca desde el exterior con martillo y cincel. Los matemáticos posteriores se asemejan a expertos mineros que buscan vetas vulnerables, perforan en esos lugares estratégicos y luego hacen estallar la roca con cargas internas bien colocadas.