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  • Había venido al campo a hacer mis pinitos con Thoreau, así que necesitaba un despacho con vistas al bosque para inspirarme. Convertí uno de los dormitorios en mi lugar de trabajo y, a través de sus ventanas, observaba la vida salvaje que aparecía cada mañana con la salida del sol. Muchos eran los días en los que me quedaba maravillada, con el café en la mano, durante horas.

    "En casa conmigo mismo en un mundo de sida", por David Mixner, www.huffingtonpost.com. 1 de diciembre de 2011.