-
Lejos, en Montana, oculto a la vista por los picos de las montañas, se encuentra un rincón del noroeste sin cartografiar: la Corona del Continente. El agua del ventisquero que cubre la cima de una alta montaña se filtra en pequeños arroyos, que se precipitan hacia el norte, el sur, el este y el oeste, y creciendo hasta convertirse en ríos, al final vierten sus corrientes en tres mares. Desde la cima de esta montaña, los océanos Pacífico y Ártico y el Golfo de México reciben cada uno su tributo. Esta es una tierra de paisajes sorprendentes.