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  • Acompaña a tus hijos. Siéntate en la cama y disfruta de las charlas nocturnas: ¡trata de mantenerte despierto! Reza para que el Señor te inspire. Perdona a menudo. Elige tus batallas. Testifique con frecuencia de Jesucristo y de su bondad y de la Restauración. Y sobre todo, hazles saber de tu confianza en el Señor.