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  • Por último, se trataba del trato entre las personas. Se trataba de la dignidad humana. Obligamos a los empresarios a tratarnos como iguales, a sentarse y hablar con nosotros sobre el trabajo que hacemos, cómo lo hacemos y lo que nos pagan por ello. Y creo que los principios por los que luchamos en 1934 siguen siendo válidos y útiles. Tanto si tu trabajo consiste en empujar un vehículo de cuatro ruedas como en programar un ordenador, no conozco otra forma de que los trabajadores obtengan justicia económica básica y dignidad que no sea organizándose en un sindicato sólido y democrático.