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No cabe duda de que yo era una inadaptada en el Hollywood de los años cuarenta. La carrera por el glamour me dejó muy atrás. Yo no quería seguir el ritmo. Quería mi estrellato sin los adornos habituales. Por ello, me tacharon de rebelde como poco. Pero no me arrepiento ni un minuto. Mi apetito era mío y no me gustaría que fuera de otra manera.