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Aún conservo en la memoria impresiones casi agónicas de una grave enfermedad que padecí cuando tenía unos ocho años. Los que me rodeaban la llamaban escarlatina, y su mismo nombre parecía tener una cualidad diabólica.
Aún conservo en la memoria impresiones casi agónicas de una grave enfermedad que padecí cuando tenía unos ocho años. Los que me rodeaban la llamaban escarlatina, y su mismo nombre parecía tener una cualidad diabólica.