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A veces me pregunto si el objetivo semiconsciente de los medios de comunicación es interponerse entre las personas y sus almas. Es el alma, con su miríada de diminutas terminaciones nerviosas, la que percibe el patetismo, la conmoción y el sentido práctico que yacen en el corazón de la vida. Es como si los medios de comunicación se sintieran irritados y envidiosos de que personas anónimas puedan disfrutar del brillo silencioso de sus vidas interiores ricas y sostenibles.