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Una larga experiencia me ha enseñado que las personas a las que no les gustan los geranios tienen algo moralmente insano. Tarde o temprano los descubrirás; descubrirás que beben, o roban libros, o hablan bruscamente a los gatos. Nunca confíes en un hombre o en una mujer que no se dedique apasionadamente a los geranios.