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Nunca supiste cuándo fue la última vez que saliste con alguien. No sabías cuándo había sido la última discusión, ni la última vez que habías tenido relaciones sexuales, ni la última vez que le habías mirado a los ojos y habías dado gracias a Dios de que estuviera en tu vida.
¿Después de que se fueran?
Eso era todo en lo que pensabas.
Día y noche.