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  • Somos tan adictos, ya sea al materialismo o a trascender la realidad material, que no vemos a Dios justo delante de nosotros, en el mendigo, en el niño hambriento, en la mujer de corazón roto; en nuestro amigo; en el gato; en la pulga. Nos lo perdemos y, al perdérnoslo, permitimos que el mundo se destruya.

    "The Ordinary Decency Of The Heart". Interview with Andrew Lawler, www.thesunmagazine.org. May 2008.