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A medida que el auténtico impulso religioso se hace dominante, la adoración toma cada vez más las riendas. Vengo a buscar a Dios porque lo necesito", puede ser una fórmula adecuada para la oración. Vengo a adorar su esplendor y a arrojarme a sus pies con todo lo que tengo", es la única fórmula posible de adoración.