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  • No existe ninguna ley que determine la superioridad de las naciones; de ahí la vanidad de la pretensión y la ociosidad de las disputas al respecto. Un pueblo se levanta, corre su carrera, y muere por sí mismo o a manos de otro, que, sucediéndole en el poder, toma posesión de su lugar, y sobre sus monumentos escribe nuevos nombres; tal es la historia.

    "Ben-Hur: A Tale of the Christ".