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Cuanto más me trataban como mujer, más mujer me volvía. Una adaptada a voluntad. Si se suponía que era incompetente dando marcha atrás o abriendo botellas, yo misma me volvía extrañamente incompetente. Si se pensaba que un maletín era demasiado pesado para mí, inexplicablemente yo misma lo encontraba así.