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  • Preocuparse es reconocer que el mundo es impredecible, y que a veces es poderoso comprender la propia impotencia. Pero con demasiada frecuencia la preocupación cobra vida propia. Los hombres son muy propensos a ello. Se atormentan con tantos "y si..." y "y si..." que pronto se olvidan de reflexionar sobre las verdaderas posibilidades que se les presentan. Lo que inevitablemente les lleva a tomar malas decisiones. Lo que tenga que pasar, pasará. A veces podemos decidir sobre el futuro. A veces no. En cualquier caso, preocuparse nunca sirve de nada.

    A. Lee Martinez (2007). “A Nameless Witch”, p.139, Macmillan