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  • Permitir que las parejas del mismo sexo adopten niños y luego etiquetar a sus familias como de segunda clase porque los padres adoptivos son del mismo sexo es cruel, además de inconstitucional. Clasificar a algunas familias, y especialmente a sus hijos, como de menor valor debería repugnar a todos los que en esta nación profesan creer en los "valores familiares".