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Mi situación es solemne: se me ofrece la vida a condición de comer filetes de ternera. Pero la muerte es mejor que el canibalismo. Mi testamento contiene instrucciones para mi funeral, que será seguido, no por carrozas de luto, sino por bueyes, ovejas, rebaños de aves de corral y un pequeño acuario ambulante de peces vivos, todos con pañuelos blancos en honor del hombre que pereció antes que comerse a sus congéneres. Será, sin excepción del Arca de Noé, la cosa más notable de su clase jamás vista.