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Vivimos en dos mundos: el orden y el caos. En el mundo del orden, planificamos, reflexionamos y pensamos qué hacer a continuación. En el mundo del caos, las cosas suceden, las hacemos, pero persiste la imprevisibilidad. En un mundo, nos gusta pensar que tenemos el control. En el otro, nos mezclamos con una complejidad, un conflicto y una incertidumbre crecientes.