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La mera negación, la mera infidelidad epicúrea, como observa muy justamente Lord Bacon, nunca ha perturbado la paz del mundo. No proporciona ningún motivo para la acción; no inspira ningún entusiasmo; no tiene misioneros, ni cruzadas, ni mártires.
La mera negación, la mera infidelidad epicúrea, como observa muy justamente Lord Bacon, nunca ha perturbado la paz del mundo. No proporciona ningún motivo para la acción; no inspira ningún entusiasmo; no tiene misioneros, ni cruzadas, ni mártires.