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[Hay una extraña división en el pensamiento común de la izquierda religiosa, que se apresura a denunciar el afán de lucro y el mercantilismo. Sin embargo, parecen pensar que la clave de la felicidad es dar a la gente más cosas, recurriendo al poder coercitivo del gobierno. Esta perversa forma de pensar sostiene que la "justicia social" exige que quitemos dinero a quienes lo han ganado y se lo demos a quienes tienen menos. Eso no es justicia social, es materialismo.