-
El veneno más mortífero de nuestro tiempo es la indiferencia. Y esto sucede, aunque la alabanza a Dios no debería conocer límites. Esforcémonos, pues, por alabarle en la mayor medida de nuestras fuerzas.
El veneno más mortífero de nuestro tiempo es la indiferencia. Y esto sucede, aunque la alabanza a Dios no debería conocer límites. Esforcémonos, pues, por alabarle en la mayor medida de nuestras fuerzas.